LIBRO DEL EXODO
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Capítulo III
La emancipación de
Israel
LIBRO DEL ÉXODO
MÉTODO CRÍTICO
1) ¿QUIÉN
ESCRIBIÓ EL LIBRO? Moisés
2)
¿CUÁNDO FUE ESCRITO?
3) ¿A
QUIÉN FUE ESCRITO? Israel
4) ¿DE
DÓNDE FUE ESCRITO?
MÉTODO
HISTÓRICO
1) ¿CUÁL ES EL
TRASFONDO HISTÓRICO DEL LIBRO? Éxodo significa “salida,” y la
referencia es ala salida de los hijos de Israel de Egipto. Este libro consiste
en un relato del nacimiento y de los primeros años de la vida de Moisés; las
diez plagas; el viaje desde Egipto hasta el Sinaí; la entrada de la ley; y una
descripción del tabernáculo. La peregrinación de los hijos de Israel desde
Egipto hasta la tierra prometida ha sido a menudo comparada a la peregrinación
del creyente durante toda su vida. Los primeros 17 versículos del capítulo 20
de Éxodo contiene los diez mandamientos, lo cual es la base del código moral de
la civilización.
El nombre
proviene de la Septuaginta y significa "salida", porque el tema
principal es el pueblo de Dios y su partida de Egipto. La narración continúa hasta
la construcción del tabernáculo y el desarrollo del pueblo hebreo como nación.
La vida de Moisés, las diez plagas de Egipto, la peregrinación por el desierto
desde Egipto al Sinaí, y la entrega de la Ley son los temas principales. Éxodo
abunda en milagros y se destaca por incluir los Diez Mandamientos que
constituyen el fundamento del código moral de la civilización.
MÉTODO LITERARIO
¿QUE GENERO DE LITERATURA ES EL LIBRO? Histórico
MÉTODO PANORÁMICO
1) ¿CUÁL ES LA IDEA PRINCIPAL DEL LIBRO? Éxodo relata más milagros que
cualquier otro libro del Antiguo Testamento y es famoso por contener los Diez
Mandamientos.
2) ¿CUÁL FUE LA RAZÓN PRINCIPAL POR LA CUAL SE ESCRIBIÓ ESTE
LIBRO? Registrar los acontecimientos de la liberación de Israel de Egipto
y su desarrollo como nación.
PALABRAS CLAVE EN ÉXODO (RV1960): siervo
(s)(servidumbre), librar, santo, Jehová...mando (ha, había mandado), pacto,
nube, tentar, ley, tabernáculo (tienda, tabernáculo de reunión).
TEMAS: Jehová, plagas,
redención, pacto, Diez Mandamientos, tabernáculo.
COBERTURA HISTÓRICA: Desde la muerte de
José (aprox. 1600 a.C.) hasta el establecimiento de Israel en Sinaí
(año 1440 ó 1260 a.C.)
ÉNFASIS: El milagroso rescate de Israel,
de Egipto, obrado por Dios mediante Moisés; la ley del pacto dada en el montes
Sinaí; el tabernáculo como lugar de la presencia de Dios y de adoración
correcta por parte de Israel; la revelación del carácter de Dios y de sí mismo;
la tendencia de Israel a quejarse y a rebelarse contra Dios; el juicio de Dios
y su misericordia hacia un pueblo cuando éste se rebela.
Titulo: “De
esclavitud a libertad”
Versículo Clave 6:6,7 “Por
tanto dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová; y yo os sacare de bajo de las
tareas pesadas de Egipto, y
os libraré de su servidumbre
y os redimiré con brazo extendido y con juicio grande: y os tomaré por mi
pueblo y seré vuestro Dios: y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios
que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto”
1:1 Israel en Egipto
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LLAMAMIENTO
DE MOISÉS
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ISRAEL
EN
EGIPTO
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2:1 Nacimiento de Moisés
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3:1 Llamamiento de Moisés
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5:1 Moisés y Aarón a faraón
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MOISÉS Y LAS
PLAGAS
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7:1 Primeras plagas
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9:1 Mas plagas
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10:1 Ultimas plagas
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12:1 Ultima primogénitos
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12:37 Salen de Egipto
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CONSAGRACIÓN
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ISRAEL
SALIENDODE EGIPTO
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13:1 Consagración primogénitos
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14:1 Cruzan el mar rojo
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15:1 Cántico de Moisés
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15:22 Agua amarga y mana
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SÍMBOLO
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17:1 Agua, Guerra, Jetro
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19:1 Israel en Sinaí
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LOS 10
MANDAMIENTOS
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ISRAEL
EN
EL
SINAÍ
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20:1 Diez mandamientos
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21:1 Leyes
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22:1 Leyes, restitución, humanitarias
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23:1 Leyes, Fiestas, Ángel
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24:1 Moisés monte Sinaí
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OFRENDAS
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25:1 Ofrenda para tabernáculo
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26:1 Tabernáculo
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27:1 Altar, Atrio, Lámparas
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28:1 Vestiduras sacerdotales
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29:1 Consagración de Sacerdotes
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30:1 Altar del Incienso
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31:18 Bezaleel y Aholiab
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DIOS
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33:1 Presencia de Dios
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34:1 Pacto renovado
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EL
TABERNÁCULO
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35:1 Ofrenda para tabernáculo
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36:8 La Obra del Tabernáculo
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37:1 Mobiliario del Tabernáculo
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39:1 Vestiduras del Ministerio
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40:1 Se levanta el Tabernáculo
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EL TABERNACULO por Benny Hinn
Es sumamente importante que vean con mucha atención éste video.
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La décimo octava dinastía de Egipto, el contexto para la
partida dramática de Israel, no fue un período político económicamente
débil u oscuro de la historia egipcia. Por ejemplo, Tumosis III, el Faraón de
la opresión ha sido llamado el "Napoleón del Egipto antiguo", el
soberano que expandió las fronteras de influencia egipcia mucho más
allá de las fronteras naturales. Esta era la dinastía sobre la cual un siglo
antes, bajo el liderazgo de Amosis I, había expulsado a los reyes hicsos del país
y redirigido el crecimiento económico, militar y diplomático del país. Al
tiempo del éxodo, Egipto esta fuerte, no débil.
Moisés, nacido en 1525 a.C. (ochenta de edad en 1445 a.C.), se volvió
"enseñado ...en toda sabiduría de los egipcios" (Hch 7:22) mientras que
estaba creciendo en las cortes de los faraones Tutmoses I y II, y la
reina Hatsepsut durante sus primeros cuarenta años (Hch 7:23). Él estuvo en
madianita auto impuesto durante el reinado de Tutmoses III por otros
cuarenta años (Hch 7:30), y regresó bajo la dirección de Dios para ser el líder
de Israel a príncipes del reinado de Amenhotep II, el Faraón del
éxodo. Dios usó tanto el sistema educativo de Egipto como su exilio en Madián
para preparar a Moisés para que representara a su pueblo ante un Faraón
poderoso y para guiar a su pueblo a través del desierto de la península de
Sinaí durante sus últimos cuarenta años (Hch 7:36). Moisés murió en el monte
Nebo cuando tenía ciento veinte años de edad (Dt 34:1-6), ya que el juicio de
Dios estaba sobre él por su enojo y falta de respeto (Nm 20:1-3). Mientras que
él la vio desde lejos, Moisés nunca entró en la Tierra Prometida.
Siglos más tarde él apareció a los discípulos en el Monte de la Transfiguración
(Mt 17:3).
1445 EL Éxodo
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Moisés en el palacio
del faraón
1525
1485
|
Moisés en el exilio
de Madián
1485
1445
|
40 años de peregrinación en el
desierto
1445
1405
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< Nacimiento de Moisés
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1528
Aarón en Egipto
1445
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Como primer sumo
sacerdote 1405
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276 años entre la muerte de José y Aarón
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Tutmosis III
Faraón de la opresión
1483
1450
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Amenofis II
Faraón del éxodo
1450
1423
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1530
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1520
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1510
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1500
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1490
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1480
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1470
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1460
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1450
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1440
|
1430
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1420
|
1410
|
1400
|
La
ausencia de cualquier registro egipcio de la devastación de Egipto por las diez
plagas y la enorme derrota del ejército de Faraón en el Mar Rojo no debe dar
lugar a especulación en referencia a que si el registro es o no auténtico en
términos históricos. La historiografía egipcia no permitía que se registrarán
los momentos penosos y las derrotas penosas de sus faraones. Al registrar la
conquista bajo Josué, las Escrituras específicamente notan las tres ciudades
que Israel destruyó y quemó (Jos. 6:24; 8:28; 11:11-13). Después de
todo, la conquista se caracterizo porque Israel se apoderó y habitó la
propiedad, no una guerra designada para destruir. La fecha de la marcha de
Israel a Canaán no será confirmada, por lo tanto, al examinar niveles
extensivos de incendio en lugares de ciudades de un periodo que se llevó a cabo
mas tarde.
A
pesar de la ausencia de algún extrabíblicos del Oriente Medio de la
esclavitud hebrea, las plagas, el éxodo y la conquista, la evidencia
arqueológica corrobora la fecha temprana. Por ejemplo, todos los faraones del
siglo XV dejaron evidencia de interés en levantar construcciones en Bajo
Egipto. Estos proyectos obviamente fueron accesibles a Moisés en la región
delta cerca de Gosén.
El significado
tipológico del tabernáculo ha ocasionado muchas reflexión. La ingenuidad en
unir cada artículo y cada pieza de material de construcción a Cristo puede
parecer extremadamente intrigante, pero si las afirmaciones y referencias del
NT no apoyan tales eslabones y tipologías entonces la precaución hermenéutica
debe gobernar. La estructura y ornamentación del tabernáculo para la eficiencia
y belleza son una cosa, pero encontrar significado escondido y simbolismo no
tiene fundamente. La manera en la que el sistema de sacrificios y adoración del
tabernáculo y sus partes tipifican de una manera
significativa la obra redentora del Mesías venidero debe ser dejada a aquellos
pasajes del NT que tratan el tema.
- En el tiempo de Dios, el éxodo marcó el
final de un período de opresión para los descendientes de Abraham (Gn.
15:13), y constituyó el principio del cumplimiento de la promesa de pacto
dada a Abraham de que sus descendientes no solo residirían en la Tierra Prometida,
sino que también se multiplicarían y se volverían una gran nación (Gn.
12:1-3, 7). El propósito del libro podría ser expresado así: Rastrear el
rápido crecimiento de los descendientes de Jacob desde Egipto hasta el
establecimiento de la nación teocrática en su Tierra Prometida.
- En momentos apropiados, en el Monte
Sinaí y en las planicies de Moab, Dios también lo dio a los israelitas ese
cuerpo de legislación, la ley, la cual ellos necesitaban para vivir
apropiadamente en Israel como el pueblo teocrático de Dios. Por medio de
esto, eran distintos del resto de las naciones (Dt. 4:7, 8; Ro. 9:4, 5)
- Por la revelación de Dios de sí mismo,
los israelitas fueron instrumentos en la soberanía y majestad, la bondad y
santidad, y la gracia y misericordia de su Señor, el único Dios del cielo
y de la tierra. El registro del éxodo y los acontecimientos que siguieron
son también el tema de otras revelaciones bíblicas importantes (Sal.
105:25-45; 106:6-27; Hch. 7:17-44; 1 Co 10:1-13; He. 9:1-6; 11:23-29).
El
título en hebreo se deriva del primer versículo del libro: “Estos son los
nombres de”, a menudo abreviado, “Los Nombres.” La palabra “éxodo” proviene del
griego y significa “salida”; y un tema principal del libro es la salida de la
nación de Israel de la esclavitud en Egipto.
El
libro de Éxodo introduce a Moisés. Es interesante notar cómo Dios lo
protegió de la muerte decretada por Faraón y lo puso en el palacio de Egipto
para prepararlo para la tarea que tenía para él (2:1–10). Después de haber
vivido cuarenta años en la casa real, Moisés se vio obligado a huir a Madián,
donde se casó y llegó a ser pastor de las ovejas de su suegro (2:15–22).
Estando allí fue confrontado cara a cara con Dios en una zarza ardiente en un área
desértica del monte Horeb, donde fue comisionado a sacar la nación de Israel de
la esclavitud (3:1–12). Después de haberse resistido brevemente, junto con su
hermano Aarón se presenta ante los israelitas como su líder; sus credenciales
fueron aceptadas por los ancianos del pueblo (4:27–31).
En
los cap. 7 al 12 se describen varias confrontaciones que
Moisés tuvo con Faraón durante las cuales Egipto experimentó varias plagas;
éstas eran juicios divinos contra Egipto. Tales juicios también demostraron la
inutilidad de las falsas deidades egipcias. Cada una de las plagas atacó un
área donde se suponía que los dioses egipcios eran fuertes. Dios no tan solo
usó las plagas para liberar a Israel de la tierra donde eran esclavos, también
utilizó otras grandes demostraciones de poder. La última plaga fue la muerte de
los primogénitos de cada familia egipcia; Dios instruyó a los israelitas a
celebrar la Pascua como un recordatorio por haber sido librados de esta plaga
(12:1–36).
Al
fin, Faraón consintió en permitir que el pueblo saliera. Sin embargo, al verse
sin sus esclavos, de inmediato persiguió a los israelitas quienes quedaron
atrapados entre el ejército egipcio y el mar (14:1–12). Pero Dios realizó un
milagro para rescatar a su pueblo (14:21–31). De camino al monte Sinaí, el
pueblo se quejó por falta de alimento (16:1–3), y Dios se lo proporcionó
(16:13–21). Luego se quejaron por falta de agua (17:1–3), y Dios se la
proporcionó (17:4–7). Cuando llegaron al monte Sinaí, Dios hizo un pacto con
Moisés que inauguró una nueva manera de vida para Israel bajo las leyes de
Dios. Pero estando aun Moisés en la cumbre del monte recibiendo la ley, el
pueblo se rebeló al haber hecho un becerro de oro (32:1–10), un ídolo que Aarón
se vio obligado a confeccionarles. Después de la purificación del pueblo por
causa de esta idolatría, Moisés los dirigió en la construcción del tabernáculo.
La parte final del libro describe la construcción en sí del tabernáculo, cuyo
diseño claramente señala las características y la obra de Cristo, el Mesías que
vendría.
El
libro de Éxodo describe cómo los israelitas llegaron a estar bajo el pacto de
la ley mosaica. Registra el dar de la ley, mucho del contenido de la misma y
las provisiones para la adoración en el tabernáculo durante los años en el
desierto. Este libro hace que los cristianos recuerden que la salvación de Dios
no sólo libera de la esclavitud del pecado, sino que también los habilita a
conocer su voluntad y experimentar su presencia en la vida diaria.
Los numerosos sacrificios requeridos a
los israelitas eran una ilustración del sacrificio supremo, la Pascua del
Cordero de Dios, Jesucristo. En la noche de la última plaga en Egipto, se
sacrificó a un cordero sin defecto y su sangre se aplicó en los dos postes y el
dintel de las puertas en las casas del pueblo de Dios, protegiéndolos del ángel
de la muerte. Esto prefiguraba a Jesús, el Cordero de Dios sin mancha y sin
contaminación (1 Pedro 1:19), cuya sangre aplicada en nosotros, nos asegura la
vida eterna. Entre las presentaciones simbólicas de Cristo en el libro de Éxodo
está el relato del agua que sale de la roca en Éxodo 17:6. Así como Moisés
golpeó la roca para proporcionar el agua de vida para que bebiera la gente, así
Dios golpeó la Roca para nuestra salvación, crucificando a Cristo por nuestro
pecado, y de la Roca salió el don del agua viva (Juan 4:10). La provisión del
maná en el desierto es un cuadro perfecto de Cristo, el Pan de Vida (Juan
6:48), provisto por Dios para darnos vida.
El libro de Éxodo ha
ejercido una gran influencia en la fe de Israel y en la teología cristiana. El mensaje
fundamental bíblico de la salvación surge en muchos sentidos del pacto
entre Dios y su pueblo que se describe por primera vez en este libro.
Vemos varios
principios entrelazados en la narración de Éxodo. Uno de ellos es el
endurecimiento de Faraón. Faraón se negó obstinadamente a obedecer la voz de
Jehová. Esta maldad, que el Señor no causó, debía servir para demostrar el
poder de Dios en Faraón y para glorificar su nombre. El endurecimiento es el
último paso que lleva directamente a la condenación. No debemos olvidar que
Faraón mismo endureció su corazón (8.15, 32) antes de que el texto afirmara que
«Dios endureció a Faraón» (9.12; cf. 4.21; 7.13). Dios quería que Faraón
permitiese la salida de Israel. Por eso demostró a través de milagros la
realidad de su palabra. Envió las plagas para impresionar al rey e inducirlo a
que diese el honor a Dios, y cesó estas plagas para conmover el corazón del
rey. En todo esto se pone de manifiesto la verdad de que Dios no se complace en
la muerte del injusto (Ez 18.32). El Faraón se opuso, resistiendo continuamente
la bondad divina y desbaratando a propósito toda influencia bienhechora
producida por las plagas. Dios endurece a los que se endurecen. Deja de
ocuparse de ellos, con lo cual quedan a merced de Satanás.
Varios temas de este libros los vemos
claramente desarrollado en la vida y ministerio de Jesucristo. Por ejemplo,
Moisés recibió la Ley en el monte Sinaí; Cristo predicó el Sermón del Monte.
Moisés levantó una serpiente en el desierto para salvación del pueblo; Cristo
fue levantado en una cruz para dar vida eterna a los que confían en Él (Juan
3.14).
La → PASCUA (Éx 12), que Dios instituyó
al libertar a los hebreos de la esclavitud, pasó a ser fundamental en la fe de
Israel. Sirvió también como la base sobre la que Jesús instituyó la Santa Cena
como recordatorio a sus seguidores. Si se entiende bien el Éxodo, el mensaje de
la Biblia y el significado de la vida de Jesús se percibe con mayor claridad
entre los cristianos.
En resumen, el propósito del libro no
solo es conservar el recuerdo de la partida de los israelitas de Egipto, sino
presentar a la consideración humana las aflicciones y triunfos del pueblo de
Dios; hacer notar el cuidado providencial que Dios ha tenido y los juicios
infligidos sobre los enemigos. Claramente pone de manifiesto el cumplimiento de
las divinas promesas y profecías dadas a → ABRAHAM afirmándole que su
posteridad sería numerosa y que serían afligidos en una tierra extraña, de la
cual saldrían en la cuarta generación con grandes riquezas. El Éxodo es un buen
símil del principio, progreso y fin de la salvación del creyente y de la
historia de la Iglesia de Cristo en el desierto de este mundo hasta su llegada
a la Canaán celestial.
Los siglos pasaron en silencio desde la
muerte de José, hasta el amanecer de la conciencia nacional, bajo Moisés. La
Historia Sagrada, no obstante, se refiere a nuevas y excitantes dimensiones con
la única transición de los israelitas desde las garras faraónicas de la
esclavitud a la situación de una nación independiente como pueblo elegido de
Dios. En menos de lo que pareció una eternidad, sobrellevaron y obtuvieron una
milagrosa liberación del emperador más poderoso de la época, recibieron una
divina revelación que les hizo conscientes de ser el pueblo de la alianza de
Dios y se les impartió un código de leyes en preparación para ocupar la tierra
de la promesa de los patriarcas. No es sorprendente que esta notable
experiencia fuese recordada y vuelta a vivir anualmente en la observancia de la
pascua de los judíos. Repetidamente los profetas y salmistas aclaman la
liberación de Israel del poder de Egipto como el más significativo milagro de
su historia.
Tan llena de significado fue aquella
emancipación y tan vital fue aquella interrelación entre Dios e Israel para las
generaciones venideras, que cuatro quintas partes del Pentateuco o más de un
sexto de la totalidad del Antiguo Testamento está dedicado a este corto período
en la historia de Israel. Después de los años de la opresión egipcia, que
recibe una breve consideración en los capítulos introductorios, los
acontecimientos de estos cuatro libros, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio, están confinados a menos de cinco décadas.
Acontecimientos contemporáneos
No existe desacuerdo entre los
eruditos, quienes aceptan la historicidad del cautiverio de Israel en Egipto y
que el Éxodo tuvo lugar durante la era del Nuevo Reino. Puesto que los
capítulos que cierran el Génesis ya cuentan la emigración de Israel hacia Gosén,
los acontecimientos contemporáneos en Egipto son de primordial importancia.
La Invasión de los Hicsos
La poderosa Duodécima Dinastía del
Reino Medio en Egipto fue seguida (1790 a. C.) por dos otras débiles dinastías
bajo las cuales el gobierno quedó desintegrado. Los invasores semitas
procedentes de Asia, conocidos como los hiksos, pueblo que ya utilizaba el
caballo y el carro de guerra, desconocidos por los egipcios, ocuparon Egipto
aproximadamente hacia 1700 a. C. Es muy poco lo que se conoce acerca del
pueblo, aunque Manetho asigna a las XV y XVIdinastías a esos
gobernantes extranjeros que controlaron el Bajo Egipto durante casi un siglo y
medio. En el transcurso del tiempo, rivales de Tebas dominaron la utilización
del caballo y el carro de guerra y bajo Amosis, de la XVII dinastía,
estuvieron en condiciones de expulsar a los hicsos del país (1500 a. C.).
Aquella circunstancia dio la oportunidad para el resurgimiento de un gobierno
poderoso conocido como el Nuevo Reino. Es comprensible que los egipcios no
dejaran testimonios escritos de tan grande humillación llevada a cabo por los
hicsos durante la dominación de estos. Por lo tanto, nuestro conocimiento de
este período es, desafortunadamente, muy limitado.
El nuevo reino (1546-1085 a. C.)
En este período reinaron en Egipto tres
dinastías. Bajo los primeros tres gobernantes de la XVIII dinastía,
Amenofis y Tutmosis I y II (1550-1500 a. C.), Egipto quedó
establecido con la fuerza y la grandeza de un Imperio. Aunque Tutmosis III fue
el supremo gobernante desde 1504 a 1450 (a. C.), su poderío quedó obscurecido
durante los primeros veintidós años de su reinado por la reina Hatsheput, que
obtuvo el control completo de todo el gobierno. Como consecuencia de su
poderoso y brillante liderazgo, fue reconocida tanto por el Bajo como por el
Alto Egipto. Entre los impresionantes edificios construidos, no lo fue menos el
proyecto de un templo blanco de piedra calcárea. Este mortuario fue construido
en terrazas columnadas, con el imponente macizo recoso de Deir-el-Bahri como
fondo. Uno de sus grandes obeliscos (conteniendo 138 metros de granito, y que
alcanzaba casi treinta metros de altura) todavía se mantiene en pie en Karnak.
Los dos grandes reyes de la próxima dinastía, que duró hasta 1200 a. C., fueron Seti I (1318-1304) y Ramsés II (1304-1237). El primero comenzó la reconquista del imperio asiático, que había estado perdido durante los días de Akh-en-Atón y llevó la capital a la parte oriental del Delta. El ultimo continuó su intento de reconquistar Siria, pero eventualmente firmó un, tratado de paz con el rey hitita, que selló su acuerdo al dar su hija en matrimonio a Ramsés II. Este es el primero de los pactos de no agresión entre naciones conocido hasta hoy. Además del extenso plan de construcciones en o cerca de Tebas, Ramsés II también embelleció Tanis, la capital del Delta, que los gobernantes hicsos habían utilizado siglos antes.
Durante el resto de las dinastías XIX y XX, los gobernantes egipcios lucharon para retener su reinado. Conforme fue decreciendo el poder central, el sacerdocio local de Amón ganó bastante fuerza para establecer la XXI dinastía alrededor de 1085 a. C. y Egipto nunca recobró ya más, como resultante del declive que sufría, el volver a ganar su posición como potencia mundial.
La religión en Egipto
Egipto era un país politeísta. Con
deidades locales como base de la religión, los dioses egipcios se hicieron
numerosos. Los dioses de la Naturaleza fueron comúnmente representados por
animales y pájaros. Eventual-mente, las divinidades cósmicas, personificadas en
las fuerzas de la Naturaleza, fueron elevadas por encima de los dioses locales
y fueron teóricamente considerados corno deidades nacionales o universales.
Había una tal cantidad, que llegaron a ser agrupados en familias de triadas y
novenarios.
De igual forma, los templos fueron
numerosos por todo Egipto. Con la provisión de un hogar o templo para cada
dios, llegó el sacerdocio, las ofertas, los festivales, ritos y ceremonias para
su adoración y culto. Como respuesta a tales circunstancias, el pueblo
consideraba a sus dioses como sus benefactores. La fertilidad de la tierra y de
los animales, la victoria o la derrota, la inundación del Valle del Nilo y de
hecho, cualquier factor que afectase a su bienestar, estaba adscrito a
cualquier dios.
La prominencia nacional acordada
respecto a cualquier dios se hallaba íntimamente relacionada con la política.
El dios halcón, Hourus, surgió corno una deidad local y después pasó a tener
carácter de deidad estatal cuando el rey Menes unió el Bajo y el Alto Egipto en
los albores de la historia egipcia. Cuando la Quinta Dinastía patrocinó el
dios-sol de Heliópolis, Ra se convirtió en la cabeza del panteón egipcio. La
más cercana aproximación a un dios nacional en Egipto, fue el reconocimiento
dado a Amón durante el Medio y Nuevo Reino. Los magníficos templos erigidos en
Karnak y Luxor, en las proximidades de Tebas, todavía muestran el real
patronazgo de este dios. En la ciudad de Tebas, con
la XVIII dinastía, el culto de Amón con su sacerdocio tebano se hizo
tan fuerte que el desafío hecho a los faraones tuvo éxito en el poder con la
muerte de Akh-en-Atón. A despecho de la prominencia de los dioses nacionales,
en ninguna ocasión fueron adorados por la población egipcia. Para un campesino
egipcio, el dios local fue el de la máxima importancia.
Los egipcios creían en una vida después de la muerte. Una conducta intachable sobre la tierra conducía a la inmortalidad del hombre. Esto cuenta por los enterramientos reales representados por las pirámides y otras tumbas, en las cuales se depositan toda clase de provisiones tales como alimentos, bebidas y objetos de lujo con la intención de su utilización en la vida de ultratumba. En los primeros tiempos, incluso a los sirvientes se les mataba y guardaba junto al cuerpo de sus amos. Como Osiris, el símbolo divino de la inmortalidad, el egipcio muerto anticipaba así el juicio de un tribunal del ultramundo con la esperanza de estar moralmente destinado a la felicidad de una vida eterna.
La extrema tolerancia de la religión egipcia se explica por la existencia sin fin y el reconocimiento de tantísimos dioses. Ninguno fue nunca eliminado del todo. Puesto que el moderno estudioso encuentra difícil hacer un análisis lógico de tan incontables elementos entremezclados de su religión, es difícil también pensar que lo hiciera cualquier egipcio nativo. La confusión resulta de cualquier intento de relacionar entre sí la hueste de deidades existentes con sus respectivos cultos y rituales. Tampoco pueden ser racionalizados tan enorme conjunto de creencias y mitos.
La fecha del Éxodo
Respecto a una fecha más específica de
la era mosaica, dos clases de evidencias pueden garantizar una cuidadosa
investigación y minucioso examen: la arqueológica y la bíblica. Hasta ahora,
ninguna ha proporcionado una conveniente respuesta que obtenga el apoyo de los
eruditos del Antiguo Testamento.
La caída de Jericó, que ocurrió dentro del medio siglo siguiente al Éxodo, está todavía sujeta a una fecha arqueológica que se balancea entre aproximadamente dos siglos (1400-1200). Las recientes excavaciones han confirmado antiguos hallazgos y conclusiones para su reexamen. Garstang, que excavó Jericó (1930-1936), razonó que la invasión de Josué está mejor fechada alrededor de 1400 a. C. Miss Kathleen Kenyon mantiene que los hallazgos sobre los cuales estaban basadas estas conclusiones, proceden de la primitiva Edad del Bronce (tercer milenio) y que virtualmente no resta nada de los siglos durante los cuales se fechan la ocupación israelita (1500-1200). En consecuencia, ella afirma que su reciente excavación (1952-1956) no arroja luz alguna sobre la destrucción de Jericó. Mientras que Garstang fechó la última cerámica procedente de la Edad del Bronce, no más tarde de 1385 a. C., Kenyon prefiere una fecha más tardía 1350-1325 a. C. Ya que esto representa la ocupación de la Edad del Bronce, ella fecha la destrucción de Jericó por los israelitas en el tercer cuarto del siglo XIV. Albright, Vincent, de Vaux y Rowley están a favor de la última mitad del siglo XIII para la caída de Jericó bajo Josué.
Los exámenes de la superficie de la
cerámica en la Arabia y la TransJordania, indican que los reinos moabitas,
amonitas y edomitas no fueron establecidos hasta el siglo XIII. Todo
esto no ha sido confirmado por extensas excavaciones, por lo que esa cerámica
que corresponde a esa zona puede todavía estar sujeta a posteriores reajustes
cronológicos. Comparativamente se conoce poco respecto a las condiciones
de vida del pueblo a quien los israelitas encontraron en su camino hacia
Canaán. Aunque Glueck no halló evidencia de habitantes en TransJordania para el
período anterior al siglo XIII, es posible que ese pueblo estuviese
viviendo en ciudades hechas con tiendas, en cuyo caso, naturalmente, no
quedarían ruinas.
Tampoco tiene la identificación de Pitón y Ramsés respuesta concluyente para evidenciar la fecha de la partida de Israel de Egipto. Esas ciudades pudieron haber sido construidas por los israelitas, pero vueltas a construir y a recibir nuevos nombres por Ramsés durante su reinado. En consecuencia, la evidencia arqueológica, que por el momento está sujeta a varias interpretaciones, no ofrece una concluyente prueba para la precisa datación cronológica del Éxodo.
Los informes bíblicos proveen datos
limitados para el establecimiento de una fecha definitiva para la época de la
esclavitud de Israel. Sólo una referencia cronológica, específicamente, eslabona
la era Salomónica —que tiene fechas bien establecidas— con el Éxodo. La
suposición, de que los 480 años anotados en I Reyes 6:1 proveen una base para
la datación exacta, proporciona una fecha para el Éxodo aproximadamente en 1450
a. C. Aunque otras referencias y el relato de otros
acontecimientos, apunten hacia una larga era entre la entrega de Egipto y la
era del reinado de Israel, ninguno de los pasajes bíblicos implican la garantía
de una datación precisa.
Más numerosas son las anotaciones
bíblicas que aproximan el período que precedió al Éxodo. Aun cuando los
problemas de interpretación están todavía sin resolver, todo conduce a la
impresión de que los israelitas pasaron varios siglos en Egipto. Las referencias
genealógicas pueden sugerir un período comparativamente corto de tiempo entre
José y Moisés; pero el uso de una genealogía como base para una aproximación
del tiempo, está todavía sujeta a discusión. Las genealogías con
frecuencia tienen amplias lagunas que las hacen inutilizables para la fijación
de una cronología. El crecimiento de los israelitas desde setenta hasta
una gran multitud, que amenazaba el orden egipcio, favorece igualmente el
lapso de siglos para la residencia de Israel en la tierra del Nilo.
Las consideraciones bíblicas indican
cronologías más extensas antes y después del Éxodo. Sobre esta base, es
razonable considerar 1450 como una fecha apropiada para el Éxodo y permite la
migración de Jacob y sus hijos en la era de los huesos y de su supremacía en
Egipto.
El relato bíblico
La dramática escapada de la esclavitud
egipcia se halla vividamente retratada en Ex. 1:1-19:2. Comenzando con una
breve referencia a José y a la adversa fortuna de Israel, los histriónicos
acontecimientos centrados alrededor de Moisés culminan en la emancipación de
Israel.
Opresión bajo el Faraón
En los días de José, los israelitas,
que tenían intereses pastorales, recibieron el permiso de disfrutar la tierra
más fértil en el Delta del Nilo. Los invasores hicsos, pueblo también de
pastores, muy verosímilmente estuvieron favorablemente dispuestos hacia los
israelitas. Con la expulsión de los hicsos, los gobernantes egipcios asumieron
más poder y con el tiempo, empezó la opresión de los israelitas. Un nuevo
gobernante, no familiar a José, no tenía interés personal en Israel; pero
introdujo una serie de medidas que tenían como fin aliviar el temor de una
rebelión israelita. Consecuentemente, el pueblo elegido fue destinado a una
dura labor construyendo ciudades, tales como Pitón y Ramsés (Ex. 1:11). Un
edicto real ordenó a los egipcios que matasen, a su nacimiento, a todos los
varones nacidos a los israelitas. Este fue el designio del Faraón para
contrarrestar la bendición de Dios sobre Israel conforme el pueblo crecía y
aumentaba y prosperaba (Ex. 1:15-22). Años más tarde, cuando Moisés desafió el
poder del Faraón, la opresión fue intensificada, reteniendo a los esclavos
israelitas la paja tan útil en la producción de ladrillos (Ex. 5:1-21).
La preparación de un caudillo
Moisés nació en tiempos peligrosos. Fue
adoptado por la hija del Faraón y se le dieron facilidades y ventajas para su
educación en el más importante centro de aquella civilización. Aunque no esté
mencionado en el Éxodo, Esteban, dirigiéndose al Sanedrín en Jerusalén, se
refiere a Moisés como habiendo sido instruido en la sabiduría egipcia (Hechos
7:22). Una extensa facilidad educacional en la corte egipcia fue llevada a cabo
durante el Nuevo Reino y su período, para entrenar a los reales herederos de
los príncipes tributarios. Aunque retenidos como rehenes para asegurarse de la
percepción de los tributos, eran magníficamente tratados en su principesca
prisión. Si un lejano príncipe moría, un hijo que había estado sometido a la
cultura egipcia era designado para el trono con la esperanza de que sería un
leal vasallo del Faraón. Es altamente probable que Moisés recibiese su
educación egipcia juntamente con los herederos reales de Siria y otras tierras.
El valeroso intento de Moisés de ayudar a su pueblo finalizó en el fracaso. Temiendo la venganza del Faraón, huyó hacia la tierra de Madián, donde pasó los siguientes cuarenta años. Allí fue favorablemente acogido en el hogar de Reuel, un sacerdote de Madián, quien era también conocido por Jetro. Con el transcurso del tiempo, Moisés tomó por esposa a la hija de Reuel, Séfora y se estableció dedicándose a la vida de los pastores en el desierto de Madián. A través de la experiencia adquirida del pastoreo en la zona que rodeaba el Golfo de Acaba, Moisés indudablemente adquirió un gran conocimiento de aquel territorio. Sin hallarse consciente de su importancia, recibió una excelente preparación para conducir a Israel a través de aquel desierto muchos años más tarde.
La llamada de Moisés es ciertamente
significativa a la luz del pasado y su entrenamiento (Ex. 3-4). En la corte del
Faraón se dio cuenta de que habría de contender con la autoridad. No sin razón
solicitó la libertad de los israelitas. Dios aseguró a Moisés la divina ayuda y
que proveería su actuación con tres milagros que le acreditasen ante los
israelitas: el bastón que se convirtió en una serpiente, la mano del leproso y
el agua que se convertiría en sangre. Esto suministró una base razonable para
que los israelitas creyesen que Moisés estaba comisionado por el Dios de los
patriarcas. Habiendo recibido la seguridad de que Aarón sería su portavoz,
Moisés cumplió con la llamada de Dios y volvió a Egipto.
La confrontación con el Faraón
Durante el período del Nuevo Reino, el
poder del Faraón era soberano y no sobrepasado por ninguna nación
contemporánea. Su dominio, a veces, se extendía tan lejos como el Eufrates. La
aparición de Moisés en, la corte real, demandando la puesta en libertad de su
pueblo de Israel, significaba un desafío al poder del Faraón.
Las plagas, que ocurrieron durante un
período relativamente corto, demostraron el poder del Dios de Israel, no solo
al Faraón y a los egipcios, sino también a los propios israelitas. La actitud
del Faraón desde el principió, es la del reto expresada en la pregunta:
"¿Quién es ese Señor cuya voz yo debería obedecer para dejar a Israel que
se marche?" (Ex. 5:2). Cuando se enfrentó con la oportunidad de dar
cumplimiento a la voluntad de Dios, el Faraón se resistió, endureciendo su
corazón en el curso de aquellas circunstancias que con tal motivo se
desarrollaron. Las tres diferentes palabras hebreas advirtiendo al Faraón
su actitud —como se establece por diez veces en Ex. 7:13-13:15— denota la
intensificación de una condición ya existente. Dios permitió vivir al Faraón
dotándole con la capacidad de resistir las divinas ofertas (Ex. 9:16). En esta
forma Dios endureció su corazón como está indicado en dos predictivas
referencias (Ex. 4:21 y 7:23) lo mismo que en la narrativa (9:12-14:17). El
propósito de las plagas —claramente establecidas en Ex. 9:16— es mostrar al
Faraón el poder de Dios en nombre de Israel. El gobernador de Egipto era así
desafiado por un poder sobrenatural.
De qué forma fueron afectados los egipcios por las plagas, no está totalmente declarado. La última plaga consistía en llevar a juicio a todos los dioses de Egipto (Ex. 12:12). La incapacidad del Faraón y su pueblo para contrarrestar aquellas plagas tuvo que haber demostrado a los egipcios la superioridad del Dios de Israel en comparación con los dioses que ellos adoraban. Aquello fue la causa de que algunos egipcios llegaran al conocimiento del Dios de Israel (Ex. 9:20).
Israel se hizo consciente, asimismo, de la divina intervención. Habiendo permanecido en la esclavitud y el cautiverio por diversas generaciones, los israelitas no habían sido testigos de una demostración del poder de Dios en su época. Cada plaga triunfante aportaba una mayor manifestación de lo sobrenatural, de tal forma, que con la muerte del primogénito, los israelitas comprobaron que estaban siendo liberados por Uno que era omnipotente.
Las plagas están mejor explicadas como
una manifestación del poder de Dios, a través de fenómenos naturales. Ni el
elemento natural, ni el sobrenatural, debería quedar excluido. Todas las plagas
tenían elementos comúnmente conocidos para los egipcios, tales como la de las
ranas, los insectos, y las inundaciones del Nilo. Pero la intensificación de
aquellas cosas que eran naturales, la exacta predicción de la llegada y
desaparición de las mismas, lo mismo que la discriminación mediante la cual los
israelitas quedaron excluidos de ciertas plagas, fueron sucesos que debieron
haber causado el reconocimiento de lo sobrenatural.
La pascua de los judíos
A los israelitas se les dio
instrucciones específicas por Moisés de la ultima plaga (Ex. 12:1-51). La
muerte del primogénito no afectó a aquellos que cumplieron con los divinos
requerimientos.
Un cordero o un cabrito, sin tacha
alguna, fue escogido en el décimo día de Abib. El animal fue muerto en el día
décimo cuarto hacia el atardecer y su sangre aplicada al dintel de cada casa.
Con la preparación para la partida completada, los israelitas comieron la carne
de la pascua que consistía en carne, pan sin levadura y hierbas amargas.
Abandonaron Egipto inmediatamente tras de que el primogénito de cada hogar
egipcio hubiese muerto.
Para los israelitas el éxodo de la
tierra de Egipto fue el más grande c los acontecimientos del Antiguo Testamento
y su época. Cuando el Faraón comprobó que el primogénito de cada hogar egipcio
había sido muerto, el tuvo conforme con la partida de los israelitas. La
observancia de la pascua fue una rememoración anual de que Dios les había
puesto en libertad del cautiverio. El mes de Abib, más tarde conocido por
Nisan, marcó desde entonces el comienzo de su año religioso.
La ruta hacia el Monte Sinaí
El viaje de Israel hacia Canaán vía la península del Sinaí estuvo divinamente ordenada. No había duda del camino directo —un camino en buen uso utilizado para propósitos comerciales y militares— y que les llevaría la tierra prometida en una quincena. Para una desorganizada multitud esclavos liberados, el desvío sinaítico no solo tenía una ventaja milita sino que también les proveía de tiempo y oportunidades para su organización.
El incrementado conocimiento arqueológico y topográfico ha disipado las antiguas disputas respecto a la historicidad de este caminar hacia sur, incluso aunque algunas identificaciones geográficas son todavía incie tas. La imprecisa significación de nombres de lugares tales como Sucot, Etam, Pi-hahirot, Migdol y Baal-zefón, dan margen a diversas teorías q conciernen a la ruta exacta. Los Lagos Amargos pueden haber si relacionados con el Golfo de Suez, por lo que este canal cenagoso podría s el "Mar de las Cañas" (Yam Suph). Es muy probable que los egipci tuviesen una línea de fortificaciones más o menos idénticas con el Caí de Suez para protegerles de los invasores asiáticos.
El punto exacto del paso de las aguas por Israel es de secunda] importancia por el hecho de que esta masa de agua, además de haber ah gado a los egipcios perseguidores, suministrase una infranqueable barre entre los israelitas y la tierra de Egipto. Un fuerte viento del este par las aguas para el paso de las gentes de Israel. Aunque esto puede haber si similar a algún fenómeno natural el elemento tiempo claramente indica una intervención sobre natural hecha en su favor (Ex. 14:21). La protección divina fue aparente también cuando la columna en forma de nube les ocu de los egipcios y evitó que éstos les atacasen antes de que las aguas se abriesen. Tras esta triunfante liberación, Israel tenía razón para dar gracias Dios (Ex. 15).
Una jornada de tres días a través del desierto de Shur llevó a Israel ha Mará, donde las aguas amargas se convirtieron en aguas dulces. Avanzan hacia el sur, los evadidos acamparon en Elim, donde disfrutaron de la comodidad de doce manantiales de agua y de setenta palmeras. En el desierto de Sin, Dios milagrosamente les proveyó del maná, que les sirvió de alimento diario hasta que entraron en Canaán. Las codornices también fueron suministradas en abundancia cuando los israelitas tuvieron necesidad de carne. En Refidín, ocurrieron tres cosas significativas: el agua que surge de la roca cuando Moisés la toca con su bastón, Amalee fue rechazado por el ejército israelita bajo el mando de Josué mientras Moisés oraba, y Moisés delegando sus deberes de administración a los mayores de acuerdo con el consejo de Jetro.
En menos de tres meses, los israelitas llegaron a Monte Sinaí (Horeb). Allí quedaron acampados por aproximadamente un año.
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